jueves, 20 de agosto de 2015

A LOVECRAFT, 125 AÑOS DESPUÉS



Hoy hace 125 años el maestro H.P. Lovecraft llegaba a este mundo para sumergirnos en insospechadas dimensiones tentaculares. Su cuerpo, un mero recipiente, demasiado susceptible a los avatares de la monotonía terrenal: maltrecho, estirado y padeciente. Su mente torturada, incapaz de administrar los episodios de delirio cósmico que lo asaltaban. Lovecraft odió pocas cosas en la vida más de lo que se odió a sí mismo. Se impuso un castigo ejemplar de soledad y taciturnia, melancolizó sus escasos momentos de felicidad y dejó pasar todos los trenes de la vida que conducían más allá de las sombras y fachadas de Providence. Pero viajó, vaya si viajó, quizá fue por eso que se despachó a gusto sobre el papel, derramando la tinta de su miedo y su dolor a golpe de máquina en una travesía agónica, demente y maravillosa entre las inexploradas fronteras de los universos Primigenios.

Desde su pequeño rincón de Nueva Inglaterra hasta los confines de la conciencia y el cosmos inconcebible. Porque a pesar de todo, Lovecraft se compartió a sí mismo como mejor sabía: escribiendo. La correspondencia brotaba de su máquina de escribir y recorría el mundo para llegar a los escritorios de personajes nada desdeñables: Robert E. Howard, Robert Bloch, August Derleth... El llamado Círculo de Lovecraft se fue ampliando hasta donde alcanzaba el servicio de correos. Un grupúsculo de adoradores de la literatura Pulp que se descubrían y leían mutuamente; fantasía, ciencia ficción, terror, espada y brujería... No podemos hablar de Lovecraft sin hablar de su círculo, una asociación no oficial que ha superado todas las fronteras espacio-temporales gracias precisamente a esa apertura de miras, a esa permisividad creativa que compartían en muchos casos, aconsejándose y celebrando aquelarres de ideas de toda índole. Uno de los ejemplos más celebrados nos cuenta como con tan sólo 18 años Robert Bloch solicitó el permiso de Lovecraft en una de sus cartas para poder matarlo en el relato “El Vampiro Estelar”.

El 30 de abril de 1935 Lovecraft contestaría en su habitual jerga tentacular;



A quien pudiera interesar:

Certificio que el señor Robert Bloch, de Milwaukee Wisconsin, EEUU reencarnación de Mijneheer Ludwig Prim,   autor del DE VERMIS MISTERIIS, queda plenamente autorizado para retratar, matar, aniquilar, desintegrar, transfigurar, metamorfosear, o maltratar al abajo firmante, en el cuento titulado, El Vampiro Estelar. 

Firmado. H.P. Lovecraft.











El documento estaba testificado por Abdul Alhazred (escritor del Necronomicon), Friedrich Von Juntz (escritor del Unaussprechlichen Kulten, el Libro de los Cultos sin Nombre) Gaspar du Nord (traductor del Libro de Eibon) y el Lama Tcho-Tcho de Leng con vistosas imitaciones de sus letras originales.
Al siguiente mes de noviembre, Lovecraft le devolvería el favor a Bloch introduciendo un personaje basado en su figura en el relato "El morador de las tinieblas", en el que el protagonista es  Robert Blake, artista y escritor de Milwaukee.  
En más de una ocasión, cuando Lovecraft ya formaba parte de la plantilla habitual de escritores de la célebre revista pulp Weird Tales, solía enviar previamente los relatos a su amigo y también escritor August Derleth para conocer su opinión. Eran frecuentes los ataques de pesimismo que acechaban la ya de por sí escasa autoestima de Lovecraft. L. Sprague de Camp nos cuenta en su biografía dedicada a Lovecraft como Derleth recibía numerosos relatos de Lovecraft destinados a Weird Tales que el solitario de Providence se empeñaba en desechar calificándolos de “basura”, pero Derleth solía ignorar la opinión de su amigo Lovecraft y enviaba los relatos en secreto a la revista que, por supuesto, los publicaba.
Tras la muerte de Lovecraft, Derleth se convertiría en editor de buena parte de su obra y fundaría la hoy mítica editorial Arkham House, que serviría también de plataforma para ampliar y promocionar la Weird Fiction y el Horror Cósmico y de paso para dar inicio a la presentación formal del círculo lovecraftiano.
Así, 125 años después de su nacimiento, las líneas trazadas por este grupúsculo de marginados literarios, obligados a publicar en ediciones de baratillo durante buena parte de su carrera, mantiene abiertas sus puertas hoy en día para todos los sectarios que se atrevan a cruzar el umbral de la página como lectores o como escritores del Círculo. Porque ese Círculo somos todos, ese Círculo es nuestro.   
Para el Maestro Lovecraft, Que su alma abrumada de penas tenga en la muerte el descanso que no pudo conciliar en vida.

Alberto Martínez de Noviembre Nocturno

Ilustración: Juan Aguilera (http://dibujosguan.blogspot.be/)